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La rótula es un hueso que se encarga de hacer la función de escudo para proteger la zona anterior de la rodilla. Además, tiene un trabajo de fulcro para mejorar las acciones de palanca que permite el estiramiento y flexión de la rodilla.

Es uno de los huesos lisos y redondeados que se incrustan en un tendón, estos reciben el nombre de sesamoideos, la rótula es el más grande de este tipo y puede soportar cargas bastante altas.

Sin duda, es un hueso de vital importancia para la movilidad de la rodilla y permite actividades básicas como caminar, saltar o correr.

En este artículo aprenderás más sobre la fractura de este hueso, cuáles son sus causas, cómo se diagnostica y cuáles son los tratamientos adecuados para su sanación.

¿Qué es una fractura de rótula?

En términos simples, se trata de una rotura de rótula. Es una lesión considerada grave que dificulta o imposibilita el estiramiento de la rodilla afectada, esto se traduce en restricciones de su uso habitual: caminar, correr, saltar y demás.

¿Cuáles son las causas de las fracturas de rótula?

Este tipo de fractura abarca el 1% de todas las fracturas esqueléticas, siendo más comunes entre personas de 20 a 50 años de edad. Además, la frecuencia de esta lesión en hombres duplica a la frecuencia de padecimiento en mujeres.

La causa de esta fractura puede deberse a mecanismos directos o indirectos.

Mecanismos directos

En primer lugar, las fracturas por mecanismos directos son aquellas producidas por un golpe fuerte o una caída sobre la rótula. Esto suele estar asociado a accidentes de tráfico, choques fuertes en deportes de contacto o cualquier otra situación donde se produzca un golpe fuerte directo sobre la rótula. En este tipo de causa se debe descartar la existencia de otras lesiones por el golpe asociadas a la cadera, la espalda o el cuello.

Mecanismos indirectos

Mientras tanto, las fracturas por  mecanismos indirectos pueden ser causadas un movimiento agresivo sobre los extremos de la rótula, esto suele estar asociado a una caída desde una altura considerable que excede la capacidad de fuerza ejercida sobre la rodilla.

Asimismo, otra de las causas relacionadas a las fracturas de rótula por mecanismos indirectos es la fatiga o el estrés. Son generadas a partir de pequeños golpes que van repitiéndose con mucha frecuencia o a través del sometimiento continuo a sobrecarga de la rodilla.

 Las lesiones por mecanismos indirectos causan más daño para la rodilla, incluso puede llegar a perderse por completo la extensión de la rodilla en muchos de los casos.

Diagnóstico de las fracturas de rótula

El proceso de diagnóstica comienza con una revisión exhaustiva de la historia clínica mediante preguntas al paciente para conocer más sobre antecedentes relacionados al traumatismo.

Después de esto, se pasa a la exploración física donde el doctor puede detectar una hinchazón considerable en la zona afectada, incluyendo inflamación, dolor agudo y dificultad o incapacidad de estirar la pierna en su totalidad.

Además, es común encontrar movilidad anormal en la pierna y se pueden detectar surcos de separación en los fragmentos fracturados del hueso.

Ahora bien, para determinar con certeza la existencia de una fractura y clasificarla con precisión, es necesario emplear una radiografía simple. Además, gracias a una resonancia magnética o una tomografía computarizada, es posible diagnosticar lesiones menos graves o puede servir como diagnóstico a las fracturas por estrés.

Entonces bien, al momento de clasificar la fractura de rótula se considera el lugar, la cantidad de fragmentos y la línea de fractura. Algunas de las clasificaciones son:

  • Transversales: se generan por mecanismo indirecto, son las más frecuentes y se producen por un desgarro prominente en los laterales de la rótula que derivan en la separación de dos segmentos.
  • Vertical o longitudinal: es la menos frecuente de todas, se producen en medio de la rótulo o en los bordes de la rótula.
  • Conminuta: es generada por mecanismo directo y, en este caso, la rótula se rompe en fragmentos y no se desplazan.
  • Osteocondrales: son fracturas donde se afecta el cartílago articular.
  • Marginales: son las fracturas de rótula donde se afecta el reborde articular.

Después de tener un diagnóstico sobre la existencia y clasificación de la fractura, es conveniente evaluar la existencia de otras lesiones cuando está originada por golpes de alta energía como accidentes de tránsito o golpes directos en general.

Tratamiento de las fracturas de rótula

El tratamiento para las fracturas de rótula dependerá del enfoque del médico, sus preferencias y las características e historial del paciente. En general, puede tratarse de forma conservadora o a través de cirugía.

Tratamiento conservador

En caso de que la fractura sea leve es posible que solo se necesiten reducir las actividades cotidianas sin suspenderlas. Es probable que el tratamiento se base en la colocación de un yeso o un aparator ortopédico durante unas 4 o 6 semanas.

La evaluación médica determinará si el apoyo parcial de la pierna lesionada es necesaria, además, durante este proceso es importante asegurar la recuperación completa y seguir el tratamiento de fisioterapia que el médico apruebe:

  • Entrenamiento de fuerza en la pierna no lesionada: gracias al fenómeno de estimulación cruzada se puede obtener estímulo que ayuda a la recuperación cuando se trabaja en la pierna no lesionada.
  • Movilidad de tobillo, cadera y pie: mantener la movilidad en estas zonas del cuerpo ayuda a la recuperación.  
  • Magnetoterapia: se trata de aplicar un campo electromagnético para estimular las células óseas y acelerar el proceso de reparación natural. Es un procedimiento no invasivo que suele aplicarse en el yeso.

Tratamiento quirúrgico

La cirugía busca restaurar el mecanismo extensor de la rodilla, facilitar la movilidad y la reducción anatómica. Es común que se apliquen tratamientos quirúrgicos en las fracturas conminutas por sus características.

Dentro de los métodos de tratamiento quirúrgico está el obenque con agujas de Kirschner o tornillos y, en la actualidad, se está trabajando sobre otras técnicas menos invasivas.

Después de la operación, debe inmovilizarse la articulación para su recuperación por un periodo que va desde 3 a 6 días, una vez mejore la zona de la piel, es momento de iniciar con la movilidad en pequeñas medidas y se siguen los pasos del tratamiento conservador.

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